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Se puso un traje

Las “transformaciones” que tuvo Mujica para ser presidente, según el publicista Vernazza 5x6v5n

El entonces asesor del fallecido líder político explicó cómo cambió su figura en la campaña de 2009, cuando ganó el balotaje.

14.05.2025 15:40

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2025-05-14T15:40:00
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Por En perspectiva

El publicista Francisco Vernazza se refirió este miércoles al expresidente José Mujica, quien falleció el martes a los 89 años. Vernazza fue uno de los principales asesores del líder político en la campaña electoral de 2009, cuando ganó el balotaje.

“[Su muerte] fue muy previsible, porque este es un proceso muy anunciado y porque Pepe vivió su último tiempo de decadencia con la misma transparencia de toda su vida, es decir, lo hizo casi en público, cada paso hacia la muerte y aun en el período más inmediato”, expresó en entrevista con En Perspectiva.

“Es verdad que no teníamos total afinidad política”, agregó. En ese sentido, comentó que, si bien él tenía “más bien ideas liberales”, ambos podían “converger en una cierta visión del mundo”.

Así, se refirió a lo que fue la transformación de Mujica de cara a la campaña electoral en 2009, por ejemplo, sobre su apariencia.

“Creo que todo empezó con un diagnóstico central que yo elaboré antes de que tuviéramos un acuerdo de trabajo. Ese diagnóstico implicaba que Pepe tenía mucho atractivo, sobre todo para algunos sectores, pero que tenía flaquezas muy importantes desde el punto de vista de cómo lo percibía la opinión pública”, explicó Vernazza, y recordó que usó la metáfora del Estadio Centenario.

“Yo le decía, ‘Pepe, en la Ámsterdam tenés todos los votos, en la América no tenés ni un voto, es imposible. Tu problema es la Olímpica, allí donde habitan las clases medias del Uruguay’. Allí seguramente hay muchas resistencias porque su estilo, su imagen y su historia hacían difícil que se pudiera votar sin miedo a Pepe”, contó.

Según el publicista, Mujica “se transformó en un institucionalista sólido, un partidario de las formas democráticas de gobierno”.

“Era un personaje extravagante, era un personaje con mucho encanto, pero con un biotipo completamente extraño a las dirigencias mayores de la historia política. Uruguay tuvo siempre, desde 1900 y poquito, hasta Pepe, presidentes que fueron siempre profesionales universitarios. El Uruguay, en ese sentido, tenía una visión, yo diría conservadora y elitista de la dirigencia política, en el mejor de los sentidos”, reflexionó.

“Eso quiere decir que, más que a quién representaba cada candidato de esa historia política, la opinión pública valoraba qué capacidades tenía para la dirección general de la sociedad”, agregó.

Así, puntualizó que debían “remar” para lograr “transformar a Pepe en presentable, de borrar los resquemores de su pasado tupamaro y alejar la idea de que era un tipo imprevisible”.

“Yo le insistía mucho en esto de que el relato político de campaña es un relato más visual que verbal”, comentó y señaló que debió “romper el prejuicio de Pepe, que tenía él muy arraigado”.

“El prejuicio de que ser prolijo, cuidarse, afeitarse, ponerse los dientes, vestirse más formalmente, era una especie de acto de falsificación de sí mismo”, prosiguió.

“En este caso lo atractivo era el personaje carismático, el sentir auténtico y honesto en lo que decía. Aunque lo dijera rústicamente y a lo bestia, todo el mundo sentía a lo largo de ese proceso de tres o cuatro o cinco años previos, que Pepe decía lo que sentía y no entonaba el discurso convencional y de palabrería que en esos tiempos y en estos parece ser una regla fija de los políticos al expresarse y al hablar con la gente”, declaró.

Por otro lado, Vernazza aludió a lo que fue la transformación del discurso de Mujica, que “tenía algunos componentes tercermundistas, cosas ahí antiguas que no había podido sacar de su organismo”.

En esa línea, se buscó dar “pasos hacia adelante en un discurso explícitamente socialdemócrata, provocativamente socialdemócrata, sin el menor miedo de ser acusado de desertor de las grandes causas”.

“Era un buscador de los promedios y lo era con absoluta convicción. Estaba de acuerdo con las mejores sociedades del mundo, las sociedades escandinavas, que habían tenido un trayecto largo y profundo hacia la socialdemocracia, y que la ejercían inequívocamente. Pepe tenía eso en su cabeza, en todo caso soñaba con un Uruguay así, no con un Uruguay de comunas populares, sino como un país socialdemócrata”, aseguró.

“Porque ahí estaba también la viabilidad. Pepe era muy consciente de que los proyectos utópicos se habían dado contra la pared: la caída de la Unión Soviética y el estallido del proyecto socialista, la decadencia dolorosa en Cuba, la peligrosidad del proceso venezolano”, sostuvo el asesor.

Además, se refirió a lo que fue el discurso del entonces presidente electo en el Parlamento cuando asumió el cargo ejecutivo. “Básicamente el discurso lo escribí yo. Conocía lo que Pepe quería decir, lo escribí yo dialogando con él”, mencionó.

“Fue casi una sobreactuación de las convicciones democráticas y de la necesidad de un comportamiento largoplacista de la clase política y de los gobiernos. […] Las sociedades no se arreglan en un rato, se arreglan casi en generaciones, y eso requiere continuidad en la dirección política, y eso implica que, más allá de que los partidos compitan fielmente por las posiciones de gobiernos, tiene que haber algo en común, algo que trascienda el tiempo, algo que trascienda las rivalidades y sobre todo algo que trascienda la pelea de venta, de las virtudes de cada partido o de cada candidato que se ofrece”, contó.

“Fue algo así como el clímax de la transformación de Pepe, de que quedara claro definitivamente quién era Pepe”, sentenció Vernazza.

Montevideo Portal

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