Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Hasta el 26 de setiembre de 2022, nadie sabía quién era Alejandro Astesiano. El apellido, en todo caso, sonaba al de un exzaguero argentino de Peñarol en los 90, pero solo los muy memoriosos recordaban que aquel se apellidaba Asteggiano. Ese día, todos lo googleamos y, horas después, nos enteramos de que se trataba del jefe de la custodia del presidente de la República y que había caído preso tras un viaje con Lacalle Pou a Costa Rica. Curiosamente, los dos años siguientes no hubo oriental que no supiera quién era Astesiano.
Desde muy jovencito, Alejandro Astesiano (53) quiso estar vinculado a la seguridad personal. El muchacho de Millán y Lecocq fue soldado del Ejército y durante tres años fue policía. Estuvo metido en algún tiroteo y recuerda cuando rescató a una persona que llevó herida a un sanatorio y, cuando llegó, ya estaba muerta. Dice que él tenía “huevos” e iba “pa adelante”. Después, un comisario se lo presentó al expresidente Lacalle Herrera y se metió en el mundo de la custodia de los políticos. Fue chofer y seguridad de este y del excanciller Sergio Abreu. Por recomendación de Lacalle Herrera, en 2014 comenzó a trabajar con su hijo, el actual presidente.
Tan nombrado se hizo Astesiano —aquel al que la opinión pública desconocía hasta setiembre de 2022— que su cuestionable accionar tiñó la campaña electoral. Tan famoso se hizo que, aún después de recuperar la libertad anticipada, su nombre sigue en el tapete. Ahora porque fue custodia de las argentinas Wanda Nara y Carolina Pampita Ardohain, porque trabaja bajo las órdenes del relacionista público Fernando Cristino, porque estudió la idea de actuar en una obra de teatro con la novia de Marcelo Tinelli, porque conducirá un programa de streaming en clave de “faranduleo”, como dice él. Y porque será el protagonista de una docie de Netflix.
Astesiano dice que ahora va a empezar a hablar, a contar cosas, a hablar de los demás, como todos hablaron de él en los últimos dos años y pico. Para eso tiene un plan: militará en el Frente Amplio de cara a las elecciones de 2029 (hacerlo en el amplio MPP es una opción). Y, ahí sí, debatirá con cualquiera, dice. “El 2029 es mi año. Cualquier blanco va a tener que discutir conmigo”, dice. Y avisa: “Yo ando solo para todos lados. Me preguntan mucho si no tengo miedo. No tengo miedo. Ahora, eso sí, si me vienen a hacer algo, que me dejen seco de entrada, porque no queda uno”.
¿Pensás que a algunos les molestaba tu cercanía con el presidente?
Claro que sí. Pero hasta los ministros hablaban conmigo, a veces, para acercarse a Luis. Porque él no podía atender a todo el mundo, entonces yo era como un filtro, ¿entendés?
¿Y qué tipo de pedidos, favores o reclamos llegaban a tu celular cuando eras custodia del presidente?
De todo. Desde salidas del país, casas, jubilaciones, de todo un poco.
¿Y a cuánto de eso se le daba bola?
Es que no le das bola a nada. Ojo, hubo situaciones que sí, y pedidas por el mismo presidente, como el caso aquel de Santiago González, cuando retiró la Guardia Republicana de allá de Santa Catalina. Tuve una orden del presidente: “Llamá ya a Santiago y que ponga ahí la Policía de nuevo”. Quiere decir que él me pedía las cosas. Como esas, tengo un montón.
¿Cómo recordás el 26 de setiembre de 2022? Ese día regresaste al país junto al presidente y sus hijos, de un viaje de descanso a Costa Rica, y al llegar te avisaron de que una fiscal había solicitado tu detención. ¿Cuál fue tu reacción?
Cuando me avisan, nos íbamos para la casa de Suárez; me avisan que había un móvil con el director nacional de Inteligencia y otra persona más, por orden del director nacional de Policía. Yo mismo le digo a la funcionaria que me llama: “Hacelos pasar”. Y cuando llegamos, al presidente le dicen: “¿Podemos hablar con usted?”. Siempre imaginé que era algo de los chiquilines, que algo había pasado, alguna amenaza. Y el presidente me dice: “Vení, Fibra, es contigo”. Yo puse un abogado de oficio porque no tenía nada. Checho, yo sabía que no había nada. Es más, la mujer de Inteligencia, que me acompañaba, me dice: “Poné un abogado en serio, Alejandro”. Y me dice: “A mí no me gustan las injusticias”. Ahí me di cuenta de que algo había, pero eso fue a los dos días. Pero vos decís... no me di cuenta de que... yo estaba tranquilo de que no había nada.

“[El exdirector de Inteligencia, Claudio] Correa es un traidor. Invitame a tu programa con Correa, y yo voy. Yo te digo que él borró los mensajes. Pero lo digo siempre y tengo los huevos para aguantarlo”
Decís que “sabías que no había nada”, pero sí hubo. Fuiste preso, y aceptaste los delitos, porque para firmar un acuerdo abreviado hay que aceptar la culpabilidad…
Primero que nada, tengo una asociación para delinquir de uno solo. Por haber hecho nada, porque tengo el papel firmado por la fiscal [Gabriela] Fossati que dice bien claro que yo nunca realicé nada para nadie. Solamente por una reunión que tuve con el escribano [Álvaro Fernández]. Después me ponen “tráfico de influencias”. Yo tenía a uno que me pedía y a otro que me daba la información. El presidente me pedía la información y el director [Jorge] Berriel me la daba, y él era el director nacional de Policía. ¿Y voy en cana yo solo? Uno me la pide [el presidente], el otro me la daba [el entonces subdirector de Policía, Berriel], y yo tengo el deber de darle al presidente de la República la información.
Pero la información que me pedía, por ejemplo, fue el caso de Loli [Lorena Ponce de León], que fui yo el que dijo: “Voy a averiguar dónde está”. Pero me correspondía eso.
¿Por qué te correspondía, si ellos ya estaban separados?
Era la esposa del presidente. No tendría nada que ver con mi función si la señora estuviera separada, no usufructuaba más su custodia y no usufructuaba más ni vehículo ni la oficina del Palacio Estévez. Mientras tenga custodia, es mi responsabilidad.
Hay dos versiones respecto a la entrega de tu celular, en el momento de tu detención. Una es que vos se lo entregaste a los oficiales de Inteligencia sin borrar nada del celular. Pero faltaban tus diálogos con el presidente, y culpaste a Claudio Correa, el entonces director de Inteligencia. Y este dijo que él se limitó a tomarlo tal como se lo diste para hacérselo llegar a Policía Científica. ¿Qué fue lo que pasó?
Y lo señalo hasta ahora: que Correa es un traidor. Invitame a un programa con Correa, invitame a tu programa, Correa y yo. Invitalo, yo voy. Yo te digo que él borró los mensajes. Pero lo digo siempre y tengo los huevos para aguantarlo. Aparte, es un traidor.
Esa noche dormiste en la oficina de la Dirección de Inteligencia, en Maldonado y Paraguay. ¿En qué pensabas mientras intentabas dormir?
¿En qué pensaba? En por qué me querían [preso], porque no me habían dicho nada. Recién al otro día me dijeron. No me costó dormirme porque venía cansado. La muchacha de Inteligencia, una oficial excelente, me dijo de poner un abogado. “No me gustan las injusticias”, dijo. Yo sabía que algo había. ¿En qué pensé? Que había trampa…
¿Y cuál era la trampa?
Y la trampa es que a mí la cúpula policial de Presidencia no me quería. Primero, porque había sancionado al policía aquel, el comisario mayor aquel se fue a cazar con covid, lo sancioné. Él iba a ascender a general y yo le saqué el ascenso a general. Quiere decir que alguien era, porque si podía sacar un ascenso, alguien era. Aparte, condenado por el Ministerio del Interior. Yo tenía la potestad de sancionarlo con los 17 días que lo suspendí del servicio de Seguridad Presidencial (yo no lo eché de la Policía). Yo lo saco del servicio de Seguridad Presidencial, me correspondía a mí, yo era el jefe.
Tu caída se precipita en el marco de una investigación sobre pasaportes falsos para ciudadanos rusos. Explicame vos, con tus palabras, cuál fue tu participación en la confección de esos pasaportes truchos. Los diálogos conocidos son comprometedores...
No, no son comprometedores. Porque si vos escuchás los audios, tenés ecos de fondo, tenés cuatro o cinco ecos diferentes. Te lo voy a decir a vos también: la carpeta fiscal no es la misma que la periodística ni que la mediática. Porque ellos a mí me decían de todo. Me metían de todo. Y por eso el fiscal [Fernando] Romano me dijo: “¿Por qué firmaste eso si vos no tenías nada, loco?”.
Explicame cómo era la maniobra de los pasaportes.
No había nada de pasaportes. Era un escribano que me llama y me dice: “Bo, ¿me podés agilitar un trámite?”. Nunca dijo que era trucho. “Sí, dejame ver, dejame hablar con el uno”, le decía yo. Pero nunca se hizo nada, nunca lo mandé a hablar en un lado, nunca se hizo nada. Por eso se agarró. Yo me reuní con él y por códigos dejo ahí el por qué fui a reunirme. No me reuní por ningún pasaporte. No lo voy a contar; sigo teniendo mis códigos.
¿Vos obtenías dinero a cambio de gestionar reuniones con jerarcas o funcionarios en puestos claves?
Nada. Que me digan cuándo. Me buscaban plata, me buscaban cofre fort, no había nada, no tenía un mango.
¿Y facilitaste reuniones con jerarcas?
Te las digo a vos: una con Delgado, que fue con la gente que quería comprar Caputo, del Grupo Handawi, y se reunieron con él; otra: lo de Puerto Madero de Buenos Aires, también se reunieron con Juan Seré, asesor del presidente. Gestioné cosas, pero con gente conocida del presidente. Dijeron cualquier cosa, porque sirvió después la “ensuciada”, ¿entendés? Porque mientras me ensuciaban a mí, hasta el día de hoy están firmando conformes, están firmando contratos para hacer rutas...
Recuerdo que en octubre de 2022 el exprosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés, dijo en el Parlamento que no eras el jefe de la custodia presidencial. Y eso, precisamente, es lo que decía tu tarjeta personal. Por tus charlas con el fiscal Romano, se te notó molesto con Delgado, Ferrés y Heber. ¿Sentiste que ellos querían minimizar tus responsabilidades en el cargo? ¿Creés que te dejaron solo y se hicieron los desentendidos?

“Lo de investigar a Marcelo Abdala fue un fanatismo político, más que nada. No piensen en el jefe de la seguridad presidencial ni en el presidente. El fanatismo político ese que hace que siempre nos estemos matando”
Yo le mostré a la fiscal los mensajes con Rodrigo Ferrés, cuando él me está preguntando: “Estoy mandando estos papeles”, a ver si los firmo o no los firmo. Además, ellos me hicieron una tarjeta personal donde decía que yo era el jefe de custodia presidencial. Yo no hago la tarjeta, ¡esa tarjeta la mandaron a hacer ellos! La hizo el director general de Presidencia, Heber Padua. Yo no hago esas cosas. Igual que la oficina… ¿No sabían que tenía oficina en el cuarto piso? Mirá, Checho, yo creo que hubo un pacto entre varios partidos.
¿Un pacto entre varios partidos?
Sí, claro. Esto sirvió... El morbo de la gente, que compró la gente… Mientras estaban todos distraídos conmigo, creo que hicieron de todo.
El 4 de febrero de 2022 el presidente del Pit-Cnt, Marcelo Abdala, chocó a dos autos estacionados, alcoholizado. Al conocerse el contenido de tu celular, se supo que vos hiciste toda una investigación para perjudicar a Abdala y le escribiste a Nicolás Martínez, secretario privado de Lacalle Pou: “Ahora llegó el tiempo de nosotros de matarlo”. Llegaste a conjeturar que había entrado a comprar droga a una boca, hablaste con jerarcas policiales (el subdirector Jorge Berriel), conseguiste fotos y videos. ¿Por qué? ¿Por qué el jefe de custodia del presidente se pone a investigar qué hizo o no el titular de la central sindical en su vida privada?
¿Yo especulé? Cuando a mí me dan la información me dicen: “Salió corriendo, tiró una bolsita blanquita en un jardín”. Yo solo pregunté de dónde venía, y después cuando vi de dónde venía —que tenía apariencia de boca—, es más, al mes vendieron el almacén, fueron a hacer una nota y ya no estaba más el dueño, porque ahí funcionó sí una boca. Yo dije: “Muchachos, fíjense si en ese almacén venden droga”. Es bien claro el audio. Yo digo: “No tomen esto políticamente, solamente saber que en esa casa venden droga”.
Tengo grabado todo, cómo iba tomando alcohol, haciendo zigzag, que se le tira arriba a un taxímetro, pasa el semáforo en rojo… ¿Sabes qué hago yo con las pruebas? Se las doy todas a Fiscalía. Y Fiscalía no tomó las pruebas y mandaron a la [Policía] Comunitaria.
Pero yo te pregunto: ¿por qué el jefe de la custodia del presidente se pone a investigar lo que hace en su vida privada el presidente de la central sindical?
La gente lo toma como lo tomás vos, pero no… Fue un fanatismo político, más que nada. No piensen en el jefe de la seguridad presidencial ni en el presidente. El fanatismo político ese que hace que siempre nos estemos matando... ¿Vos sabías que yo le pedí disculpas públicamente a Marcelo? Lo hice y dije que fue un fanatismo, de querer ayudar a los míos. Igual que cuando dije “ahora es el momento de matarlo”, que Nico [Nicolás Martínez] dice que no habló conmigo. Mentira, están todos los mensajes.
El 20 de marzo de 2022, dos policías —Hernán López y Adrián Ferreira— llegaron a tu casa en Cuchilla Alta para entregarte información “comprometedora” sobre el ex director nacional de Policía, Mario Layera. Vos dijiste, por lo menos dos veces, que el principal interesado en acceder a los datos sobre Layera era Lacalle Pou. Puedo sonar ingenuo, pero de nuevo: ¿por qué la política y el gobierno en particular se entromete en temas de inteligencia policial?
Layera ya no estaba más. Acá lo que tenía esta gente era un dato de que había algo en la zona operacional que está al lado del Géant. Funcionaba ahí un local de Prosegur, adentro de la zona operacional. ¿Sabés cuáles fueron mis palabras? Que lo comprobó la jueza y la fiscal: “Bo, pero ¿qué tiene que ver Layera con esto, si no está más?”. Y el que me vino a hablar es el jefe de la zona operacional. Entonces, le dije: “Como jefe en la zona operacional, ¿por qué no lo denunciás vos?”. A nosotros nos dicen que “hay algo raro” en la zona operacional, “algo con Prosegur”. “Bo, Fibra, vamos a ver qué es”, me dicen. No entendían por qué Layera. Yo creo que ahí hubo algo personal, no del que lo trae, sino del policía. Creo que había algo personal, algo era entre ellos. Pero está el audio donde yo digo: “No entiendo por qué meten a Layera, que acá no tuvo nada que ver”.
El libro El Caso Astesiano recuerda que “del 11 de marzo al 4 de abril de 2022, el militar retirado Marcelo Acuña se comunicó 14 veces” contigo para reclamar “fichas” con información para perjudicar a los senadores Charles Carrera y Mario Bergara, un mes después de que estos ampliaran la denuncia contra el acuerdo entre el Ejecutivo y la empresa Katoen Natie. Acuña fue condenado por cohecho calificado, pero lo que se supo en los chats es que vos colaboraste dándole información... ¿O no?
Está mintiendo el libro porque yo nunca colaboré. Se supo que tampoco le contestaba los mensajes. Les decía: “Sí, dale, dejame ver”, y después, cuando él me habla de un dinero, ahí la fiscal [Sabrina] Flores me dijo: “Usted no le contesta”. Porque nunca le contesté. Para sacar una ficha del Ministerio del Interior tenés que poner una clave, y ahí se ve quién fue que entró. Ahora, yo pregunto: ¿para quién pedía la información Acuña? ¿Quién trajo a Katoen Natie? Vayan para atrás… A partir de que vieron que yo no era, dejaron todo quieto. Acuña para la casa (con libertad a prueba) y ya está, se terminó ahí. Acá es fácil: tenía que caer uno, fui yo, y ya está.
El libro también da cuenta de una conversación entre el empresario sojero argentino Claudio Andreoli y vos el sábado 3 de setiembre de 2022. Escribe Lucas Silva en El Caso Astesiano: “El diálogo que establecieron se podría resumir así: Andreoli contrató los servicios de Astesiano para intervenir los teléfonos de un empresario uruguayo y de otras seis personas vinculadas a su establecimiento rural, en el departamento de Río Negro”. ¿Cómo podrías definir tu intervención en ese caso?
Mentira. Andreoli me llama aquí por un problema de unas sojas que estaban robando, y yo no le doy pelota. Se suponía que estaban robando. “Dejame ver”, le dije yo. Cuando él decía que yo estaba allá, pudieron comprobar que yo estaba en la casa del presidente en La Paloma. Nunca estuve allá. Yo les decía que sí para que no me jodieran. Mi teléfono eran 200 mensajes así, todos los días.
¿Es verdad que ofreciste a empresarios el a El Guardián, el sistema de escuchas telefónicas del Ministerio del Interior?
No… ¿A vos te parece que puedo entrar a El Guardián? Fue Andreoli —dueño de la cabaña Nueva Melhem— que me decía: “Vos podés escuchar, podemos ver los mensajes que tiene, a ver a quién le están vendiendo la soja”, me decía. “Sí, dale, dale”, le decía yo, para sacármelo de encima. Y ahí sacaron eso de El Guardián, pero es mentira.
Al día de hoy, todos sabemos que en el piso 4 de Torre Ejecutiva vos recibías a empresarios y lobistas que buscaban lucrar en algún negocio con el Estado. Con la sabiduría que permite el paso del tiempo, ¿por qué lo hacías? ¿Pensabas que podías hacerlo y nadie se iba a enterar? ¿Fue una tontería por creerte más vivo que los demás? ¿Querías hacer una diferencia económica porque no te alcanzaba tu salario?
Pero decime, ¿con quién me reuní en Torre Ejecutiva? Con el escribano [Álvaro Fernández] sí, fue una vez, por algo específico, que después me reuní con él en Oro del Rhin. El ruso fue un día, [Alexey] Slivaev, fue un día por petróleo y ómnibus. Lo mandé a la Intendencia por los ómnibus, y por el petróleo le dije al jefe de Relaciones Internacionales de Presidencia: “Bo, hay petróleo, no sé qué, no sé cuánto”. Así fue.

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“Va a estar buena la serie, va a estar buena. Vos querés ver si hay algo de lo que yo hice. Vos vas a escuchar hablar de los otros… porque todos hablaron de mí. Tengo el derecho a hablar de los demás, ahora. Cuando uno tiene pruebas, está bueno”
Después, ¿qué otro empresario? Para llegar a mi oficina tenías que dejar la cédula abajo, tenías cámaras. Mi secretario privado de Torre Ejecutiva, Martín Rivero, era el segundo de Tabaré Vázquez. ¿A vos te parece que yo voy a llevar a alguien a la oficina a hacer algo?
Ahora, yo te digo algo: si nada de todo lo que se te acusó, se dijo en Fiscalía y salió en la prensa era cierto, ¡va a ser aburridísima la serie de Netflix! Ya la descarto…
Va a estar buena, va a estar buena. Vos querés ver si hay algo de lo que yo hice. Vamos a hablar de los otros. Vos vas a escuchar hablar de los otros… porque todos hablaron de mí. Tengo el derecho a hablar de los demás, ahora. Y aparte, cuando uno tiene pruebas, está bueno. Porque a mí me pagaban para desconfiar. Por eso guardaba todo. ¿Por qué te pensás que Berriel tenía los mensajes y las capturas que yo le mandaba de los pedidos del presidente? Fossati dijo: “Las capturas esas capaz que fueron armadas”. No seas mala… Estaban en mi teléfono, lo tenía arriba en el escritorio y las fotocopias de todo. Que no mienta. Yo tengo más códigos que ellos, y soy mejor gente, mejor persona que ellos. Y disfruto más mi vida y la familia más que ellos.
También participaste del armado de Vertical Skies, una compañía que ganó unas cuantas licitaciones (en UTE, en la Fuerza Aérea y el Ministerio de Defensa)...
Ya está comprobado que no, tampoco. Y no participé en ninguna licitación, porque ellos cuando vinieron, venían con las licitaciones ya ganadas. Nunca hablé con nadie de UTE por eso. Nunca hablé con nadie del Ejército por eso. Es todo mentira. Me ponen esto de conjunción del interés público con el privado. ¿Sabés por qué? Porque yo lo único que hice es conseguir un inversor que pusiera la plata, pero no para el Estado. Era para los tipos que habían vendido las cosas, y el inversor este, lo único que hacía es llevarse una comisión. Ya estaban ganadas las licitaciones. No hay delito.
Ya me dijeron: “¿Por qué firmaste eso, que no es un delito?” Primero que nada, yo no era empleado público, era un civil contratado. Fossatti me puso como empleado público. Después cuando le dijeron a otra fiscal [Flores], dijo: “Ah, pero, ¿por qué lo imputaron?”. Ya estaba, ya estaba… Fossati me quería dar 11 años.
La Fiscalía investigó pedidos de coimas a empresarios. La fiscal Flores citó a un exgerente de PDVSA, a quien le pidieron el pago de un adelanto para ganar una licitación en la ruta 9. Se te señala por haberle pedido 4.000 dólares de adelanto a Homero Rodríguez Zarzay para ganar esa licitación. Los diálogos son elocuentes...
Eran 3.000, pero ya se comprobó que es mentira. Porque eran 3.000 dólares para abrir la empresa, hacer toda la parte de los papeles, todo el papeleo, y los árboles de la ruta 9 estaban en terrenos privados. Si querés vamos un día y hacemos un asado. El dueño vendía todo porque le iban a expropiar. Y esa parte no iba para nadie, era para el Estado. Y vendíamos los árboles. ¿Qué hacíamos con los árboles? Iban a hacer cabañas para la gente que estaban sacando de Aguas Dulces, que estaban tirando los ranchos. Era eso: ayudar a esa gente. Pero no hay una cosa del Estado ahí. Se comprobó que era mentira.
¿A vos no te parece que, si hubiera habido algo más para meterme, no me lo hubieran metido? A mí me querían comer todo… Por eso te digo: lo del empresario de soja, lo de los árboles, lo de Vertical Skies, lo del seguimiento a Bergara y Carrera, lo del seguimiento de Abdala. Yo ya tengo un papel firmado de que ya no soy más objeto de investigación ninguna. Me querían cagar… A mí me dijeron que yo era “el techo” en Fiscalía.
¿Qué significa que vos eras “el techo”? ¿Que iban a llegar hasta ahí y no iban a subir más?
Hasta ahí, ni para abajo ni para arriba. Fui yo y nadie más.
¿Y quién te dijo que eras el techo?
Alguien del equipo fiscal. Le tengo respeto, porque le prometí discreción.
El ex director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del MI, Gustavo Leal, fue testigo y luego indagado por haber ido a visitar a tu padre al Chuy. Si bien esa denuncia quedó en la nada y se cerró, Leal nunca más volvió a hablar con la prensa. Doy por sentado que ya has hablado con tu familia. ¿Qué pasó? ¿Sobre qué fue a hablar Leal con tus padres cuando vos estabas preso?
Eso es algo político… Es parte del mismo morbo para entreverar las aguas. Yo tuve un enojo grande con mi padre, porque yo estaba pasando mal en Punta de Rieles. He hablado de las “judiadas” [sic] que me hacían. Se las atribuyo a Heber y a Delgado. De frente se los digo. A mí me gustaría hablar con ellos, de frente.
Voy a hablarlo algún día, ¿no? Y más, si voy a estar del otro lado de la vereda. Para la próxima [elección nacional], yo voy a estar del otro lado. Que vengan a enfrentarme a mí, que vengan a decirme algo a mí. Cualquier blanco que venga, cualquiera, eh…
Lacalle Pou también, ya entendí. ¿Qué fue a hacer Leal a lo de tu viejo?
Quería saber cómo estaba yo, y después quería llegar a mí, por algo de un libro.
Vos vinculaste a Delgado con una pareja de rusos que querían comprar un frigorífico en plena pandemia. Pero Delgado lo negó ante la fiscal Fossati…
Porque es un mentiroso. Fossati, cuando lo interrogó a Delgado, le estaba diciendo cómo lo que tenía que decir. ¿Vos escuchaste la declaración de Delgado? Fossati le decía: “Esto no, ¿no es verdad?”, lo iba guiando… No seas malo. ¡Llevame a mí a declarar así!
¿Cómo evaluás la investigación que llevó adelante la exfiscal Fossati? Le dijiste a Montevideo Portal que te había presionado para firmar el acuerdo abreviado...
Sí, sí, claro, se lo dije por lo que habló con mi abogado. Eso de que iba a pedir 10 u 11 años, eso me lo dijo a mí. Y después habló mi abogado, le dijo “tengo una foto”, que iba a perder más que la familia, que había “fotos comprometedoras”, dijo. Ella lo dijo en un lado, que es “una forma de actuar para presionar”. Esto le puede pasar a cualquiera. Nadie está libre de que te agarre un fiscal, te hagan una cama y vayas para adentro.
Luego de que Gustavo Salle dijera en Seré curioso de VTV que ella no había investigado al presidente, porque “si no,
iba preso”, ella le contestó en Twitter: “Cuidé al presidente de una manada
inescrupulosa que lo quiso enchastrar”. ¿Estuvo bien en excluir las
conversaciones que Lacalle Pou tenía contigo" >
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