El turismo europeo hacia Estados Unidos atraviesa un momento de incertidumbre, con señales claras de desaceleración atribuibles al llamado "efecto Trump". En plena temporada alta del hemisferio norte, el pesimismo se instala entre operadores turísticos y viajeros, que expresan desconfianza frente al clima político y social en la potencia norteamericana.
“El país que yo conocía ya no existe”, asegura Raphaël Gruber, un médico alemán que solía viajar cada año con su familia a Cabo Cod, en Massachusetts. Su experiencia en los controles migratorios se ha vuelto, según relata, menos hospitalaria. “Ahora tienen miedo de todo lo que viene del extranjero”, comenta desde Fráncfort.
Según cifras de la agencia nacional de turismo estadounidense, el número de visitantes de Europa Occidental cayó un 17% en marzo. Aunque abril mostró una leve recuperación (+12% interanual), el repunte parece vinculado a factores coyunturales, como vacaciones escolares tardías o promociones aéreas puntuales.
En el caso de Alemania, las llegadas bajaron un 28% en marzo y subieron un 14% en abril. “No hubo grandes cancelaciones, pero sí mucha más cautela. Nos piden más información sobre requisitos de entrada”, explicó Torsten Schäfer, portavoz de la federación de operadores turísticos de Alemania (DRV).
El desconcierto también alcanza al Reino Unido. Matt Reay, profesor británico de 35 años, canceló sus vacaciones en EE. UU. y optó por Sudamérica. “Allí, probablemente mi dinero esté mejor gastado”, afirma. “Ya no me siento realmente bienvenido como visitante extranjero”, añade.
Reay se refiere, además, a recientes declaraciones del vicepresidente estadounidense JD Vance, a quien acusa de “insultar directamente al Reino Unido”. También critica los aranceles impuestos por Washington y el trato “escandaloso” hacia el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Las cifras respaldan esa percepción: las visitas desde el Reino Unido cayeron un 14% en marzo y repuntaron un 15% en abril, según Oxford Economics. Para la consultora, marzo reflejó una reacción directa a “la retórica polarizante y las políticas migratorias restrictivas” del gobierno de Trump.
Desde Francia, el impacto parece aún más marcado. El consultor Didier Arino, director de Protourisme, estima que las intenciones de viaje hacia EE. UU. retrocedieron un 25% este año. En marzo, las visitas sas cayeron un 8% y en abril, un 12%. Las reservas para el verano boreal muestran una baja del 11%.
“Cuando uno va a Estados Unidos, hay una parte de sueño americano”, comenta Arino. “Pero el ambiente está apagado, y si además te sentís permanentemente descalificado como europeo, no dan ganas”, agrega.
No todos los viajeros han desistido. Muriel Wagner, académica alemana de 34 años, mantuvo su plan de visitar Boston para ver a un amigo en Harvard. “Nos preguntamos cómo la situación política y la guerra comercial afectarían nuestro viaje, pero no hay que dejarse intimidar”, sostiene.
Sin embargo, el balance es negativo. El World Travel and Tourism Council (WTTC) estima que el sector turístico de EE. UU. podría perder hasta 12.500 millones de dólares este año en gastos de visitantes internacionales.
Con información de Agencias
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