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Seré curioso

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Mahía: “Eso de la gran incidencia de los sindicatos de la educación en el FA es un bolazo”

El ministro de Educación y Cultura señala sus prioridades, la da un tirón de orejas a la reforma educativa y reivindica a Astori.

09.05.2025 10:40

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2025-05-09T10:40:00-03:00
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Por César Bianchi

El pedrense José Carlos Mahía siempre tuvo claro que quería dar clases. Tan es así que probó con Derecho, pero sintió que era una facultad “muy fría” y abandonó. En cambio, fue docente de Historia de manera ininterrumpida desde 1988 a 2020. Esporádicamente, tuvo otros trabajos. Por ejemplo, durante años, vendía vino casa por casa, recorriendo toda la costa canaria en su auto. Una de esas mañanas laborales de delivery vinero en el verano de 1995, recibió una llamada telefónica. Era Danilo Astori, quien le notificó que había sido electo diputado de Asamblea Uruguay. Algo que, a decir verdad, él no esperaba. Se había anotado en la lista de la 2121 solo para dar una mano, y terminó ocupando una banca.

Fue electo seis veces más como diputado, fue senador en el pasado quinquenio, y con el nuevo gobierno del Frente Amplio fue designado ministro de Educación y Cultura. Precisamente en su espaciosa oficina de la calle Reconquista, Mahía (58) concedió una entrevista para hablar de su vocación, la militancia, el legado de Danilo Astori, sus planes como secretario de Estado y qué hará con la reforma educativa implementada por el gobierno anterior.

Cuando eras niño, ¿qué querías ser cuando fueras grande?

Maestro o profesor. Ya tenía mi vocación por la docencia.

Escuela y liceo en Las Piedras. ¿Cómo era esta localidad canaria en los 70?

Fue distinta a la de ahora, por el contexto de la dictadura militar. Yo no tenía una familia que se dedicara a la actividad política, ni sindical, ni empresarial, ni nada. Pero se vivía el aire de dictadura. Era una ciudad muy tranquila en términos de escala y como que todos éramos medio cercanos.

Creciste en dictadura. ¿Te metiste en líos por militar gremialmente? 

No, casi que no. Porque yo no me iba a hacer el héroe. Por razones de edad, yo terminé con 18 años en la dictadura. Pasé toda mi niñez y adolescencia durante la dictadura. En el 83 empecé a visualizar más la militancia política. En el año 84, último año de dictadura, fui delegado de Asceep [Asociación Social y Cultural de Estudiantes de Enseñanza Pública] en el liceo, que era el 6° de Derecho, nocturno. Y empecé a militar como independiente en el Frente, y mi primer acto fue en agosto de ese año, inmediatamente después de la desproscripción. Y después me enganché con la 99.

Eso creía, que tu militancia política comenzó en el 86, en el Partido del Gobierno del Pueblo (PGP) de Hugo Batalla, con la lista 99, ¿no?

Claro, sí. La voté en el 84, milité como frenteamplista. Pero vuelvo al contexto de la dictadura. En mi casa me dijeron: “Vos andá a los tres actos”. Al del Frente, al del Partido Colorado y al del Partido Nacional. Entonces fui a los tres actos en Las Piedras. Fui al de los colorados, que estaba [Manuel] Flores Silva, con la CBI. Fui al de los blancos, que no recuerdo bien, pero creo que deberían estar [Alberto] Zumarán o Carlos Julio [Pereyra], uno de los dos, y el primero al que fui del FA fue el de Alba Roballo. Y yo te diría que me definí como frenteamplista, por la épica del Frente, por la significancia de [Líber] Seregni y el mensaje, y sobre todo por dos tipos fundamentales: Zelmar Michellini y Carlos Quijano. El pensamiento de Quijano me marcó.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Con 22 años presidiste el Ejecutivo Departamental del PGP, cuando este se oponía a romper con el FA. Y, más o menos por esa época, hiciste campaña por el voto verde, en pos de derogar la Ley de Caducidad. Hoy, a la distancia, ¿cómo analizás los compromisos que asumiste en tus inicios políticos?

Yo era un tipo al que le gustaba la política. No venía, insisto, de una familia que fuera orgánica del Frente Amplio. A mi madre, votante del Frente, le encantaba la cosa política, mi viejo más en lo social. Él estaba muy metido en Juventud de Las Piedras. Llegó a ser presidente de Juventud cuando estaba en el fútbol del interior y fue secretario de Juventud con Marcos [Carámbula] presidente, cuando subieron de la C a la B y de la B a la A. Era más social lo de él. Yo, te diría, en un contexto de dictadura, no tenía esos vínculos. Entonces, cuando surge en la 99 la figura de Hugo Batalla, me resultó una figura amigable, como representante del uruguayo promedio.

Y el voto verde fue la derrota más dolorosa. Porque en política querés ganar, claro, cuando estás convencido de las ideas que proponés, pero hay otras cosas en la que se ponen en juego los valores. Y eso yo la sufrí pila. También sufrí la ruptura del PGP con el FA. Me acuerdo de que me fui llorando de la convención que resolvió irse. Milité adentro de la 99 para quedarnos en el FA, pero marché.

“El voto verde fue la derrota más dolorosa. Porque en política querés ganar, pero hay cosas en la que se ponen en juego los valores. También sufrí la ruptura del PGP con el FA. Me acuerdo de que me fui llorando de la convención que resolvió irse”

Empezaste Facultad de Derecho, pero abandonaste. ¿No te convenció o qué pasó?

La sentí muy fría. El IPA era como una especie de edificio grande para mí. Me gustaba la historia, y enseñar. Y también me gustaba el derecho. Fui, entré y dije: “No, no es lo mío”. ¿Y además qué me pasó? A las clases que asistí, “La historia de las ideas”, más o menos, se estaba dando lo que yo estaba enseñando en quinto año de liceo. Era La historia de las ideas del Jean Touchard y algo de Maquiavelo, por decir algo. Entonces, la sentí muy fría. Por eso después tomé otras opciones. Incluso cuando fui diputado, la primera vez, llegué a anotarme para hacer el IPA en Sociología y Derecho. Entré al IPA, me paré en la puerta del salón y me di vuelta porque dije: “No me da para volver, porque estoy en esta actividad”. Pero siempre me gustó mucho.

En el año 94 fuiste electo diputado, dado que la lista 2121 fue la más votada, y asumiste una de las bancas. Lo curioso es que, según me contó un pajarito, vos estabas vendiendo vinos en la cooperativa Uvical en la Costa de Oro cuando te enteraste de que habías logrado una banca, algo que no estaba en tus planes... ¿No te tenías fe para salir diputado? ¿Por qué pensás que “de casualidad” llegaste al Parlamento, como dijiste?

Yo militaba porque me parecía que Danilo [Astori] representaba a la esencia del Frente, al frenteamplista promedio. Era lo más consistente con mi trayectoria política e ideológica en el Frente. A mí me fueron a buscar compañeros de Canelones: [Luis] Gallo, [Víctor] Semproni y [Juan] Ripoll, y ahí me sumé. Sin ninguna expectativa de estar en ningún lugar electivo, o sea, que saliera electo. Cuando salí, fue una sorpresa, pero no me planteé ser edil y mucho menos diputado, me planteé estar en la lista para apoyar y militar. O sea que llegó porque llegó, y fue Danilo el que me notificó. Me llamó por teléfono: “Mirá, José Carlos, saliste diputado, felicitaciones”. Más o menos fue así. Fue el 21 de enero del 95. La elección había sido el último domingo de noviembre, o sea, pasó todo diciembre, las fiestas, y yo vendiendo vino en la costa. Vendía en el auto, para arriba y para abajo.

Mis clientes no sabían que yo me dedicaba a la actividad política, porque yo separaba los tantos. Entonces imaginate: estoy manejando, me llama Danilo, y me dice: “Terminaste siendo confirmado diputado”. “Bárbaro, Danilo”. Después empecé la recorrida con mis clientes para presentar lo que venía después de mí y explicarle a cada tipo: “Mire, yo no le conté, pero era candidato en la lista 2121, salí diputado”, me felicitaron todos. Y a los 15 días estaba en el Parlamento.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Y con 28 años fuiste el legislador más joven de esa legislatura, en 1995. El Parlamento, a mediados de los 90, ¿era todavía una caja de resonancia de prestigio?

Es un preguntón ese… Sí, pero era un prestigio distinto. Y la sociedad estaba distinta y en consecuencia el Parlamento estaba distinto. La composición política y profesional era distinta como consecuencia de la composición política. Por ejemplo, había más profesionales, más doctores, el Partido Colorado era más fuerte, y el Partido Nacional también. Era gente que tenía muchos años en la actividad política. Que, si no eran ellos, habían sido familiares o referentes políticos de ellos.

Entonces, cuando vos llegás a un lugar con un bagaje cultural en lo político, se nota. Fue disruptivo. Después, yo no hallo un desprestigio creciente del Parlamento distinto del desprestigio que puede tener la política o las formas clásicas de donde se ejercía el poder o la democracia representativa. Creo que es genérico. Pero siempre cuando le va mal al Uruguay, termina en el Parlamento. Es así en cualquier época.

Luego te sumaste a Asamblea Uruguay. ¿Qué legado dejó el astorismo al FA y al país?

En primer lugar, Danilo. La coherencia. Y el no tener reparo en pagar costos políticos en función de defender las ideas que vos tenés. Es la vida de Asamblea Uruguay, nos pasó siempre, y eso nos marcó. Le marcó a la política, marcó a la izquierda, nos marcó a nosotros. Y hay momentos cruciales que yo los viví, fui protagonista porque fui parte.

“¿El legado del astorismo? La coherencia de Danilo. Y el no tener reparo en pagar costos políticos en función de defender las ideas que vos tenés. Es la vida de Asamblea Uruguay, nos pasó siempre, y eso nos marcó”

¿Como qué?

Te voy a poner dos ejemplos que son paradigmáticos. Hoy está naturalizado en el Frente que los frenteamplistas elijamos quién va a ser el candidato o candidata a la presidencia, no está cuestionado. Cuando Danilo fue candidato por primera vez, compitiendo con Tabaré en el 99, era casi un sacrilegio eso. Pasamos una interna muy dura. Cuando pasó por primera vez, el FA estaba acostumbrado a que el Congreso definiera una candidatura única por la estructura. Hoy no es habitual aquello, hoy es natural que los propios frenteamplistas elijan a su candidato. Ese proceso fue muy duro.

Así como también la postura nuestra sobre el plebiscito del 96, como antecedente a lo anterior. También estuve en esos congresos, estuve en las discusiones. Y se dieron discusiones políticas de fondo, porque eso hacía a la pluralidad y a la decisión de los partidos. Eso termina con Seregni renunciando a la presidencia del FA en AFE.

El otro ejemplo fue la crisis del 2002. Me acuerdo como si fuera hoy: la bancada que tomó la decisión respecto al salvataje y al sistema financiero. Danilo quería ir un poco más lejos y votar a favor. Terminamos votando en contra por un principio fundamental, que para el Frente Amplio fue muy caro y que hace a lo que significó la ruptura del 99 y el PDC de ese momento, que es la unidad de acción. Danilo y Asamblea Uruguay priorizaron la unidad de acción del Frente y eso nos generó costos. Pero visto en términos de la acumulación política del Frente Amplio, hace al sistema de partidos de Uruguay. En Uruguay ojalá nunca tengamos las experiencias alocadas de otros países por tener un sistema de partido fuerte.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Sin embargo, en las pasadas elecciones, la coalición republicana machacó con que “este es el peor FA de la historia”, donde gobiernan los sectores radicales y se achicaron a la mínima expresión los sectores moderados. De hecho, insistieron en esto cuando Mario Bergara bajó su precandidatura. ¿Te identificás con lo de “moderado”? ¿O te sentís socialdemócrata? 

Como le dijo Danilo cuando le hizo una pregunta similar Omar De Feo, hace más de 30 años, en el 89: “frenteamplista”. Yo me siento genuinamente frenteamplista, me siento el promedio del FA. Y después algunos comentarios del preámbulo de la pregunta: la hoy oposición tuvo un error de diagnóstico muy grande, que te imaginarás no se los voy a aclarar, pero se equivocaron y siguen equivocados (pero es un tema de ellos). Segundo, el tema es cómo te parás desde el punto de vista ideológico. Yo pregunto: ¿quiénes son los radicales hoy en el Frente Amplio? ¿Y quiénes lo eran?

En determinado momento, por ejemplo, la reforma tributaria, ¿fue radical o no fue radical? Lo fue, y tuvo su principal motor en el astorismo. No me quiero extender, hay otros ejemplos. Yo creo que lo que hay es una transformación, una renovación del Frente Amplio cuando surgió Asamblea Uruguay. El principal paradigma —y fue el motivo por el cual se pagaron los costos políticos—, la clave, era la renovación en unidad de la izquierda, porque se había roto en el 89. Renovar a la izquierda en unidad te hace pagar costos políticos, pero el producto final es que la izquierda en su conjunto se renueva y eso lo ves en la inserción internacional, en el manejo de la economía, en paradigmas que antes a la izquierda clásica respecto a la actual, cambiaron. Esa “batalla ideológica” la dimos nosotros y creo que le hizo bien el Frente en su conjunto.

Desde el 1° de marzo, sos ministro de Educación y Cultura. En grandes rasgos, ¿cuáles son las prioridades de tu gestión?

En educación, te diría, apoyar lo que compete a ANEP en cuanto a objetivos. La educación inicial es el desafío más grande que tiene el Uruguay. Que los botijas vuelvan a clase es la clave; sin ellos no hay enseñanza posible. Y para ello hay herramientas. Y creo que eso trasciende al propio Ministerio de Educación y a la ANEP. Ponerle la educación la mochila de todas las cosas que pasan en la sociedad es facilísimo y te lleva a frustraciones en cuanto a los resultados educativos, en una sociedad donde todos estamos un poco rotos. ¿Quién de nosotros no tiene en su familia a alguien que precisa de apoyo profesional o está empastillado?

“Que los botijas vuelvan a clase es la clave; sin ellos no hay enseñanza posible. Creo que eso trasciende al propio MEC y a la ANEP. Ponerle la educación la mochila de todas las cosas que pasan en la sociedad es facilísimo y te lleva a frustraciones”

Y la Universidad de la Educación, ese es el objetivo más importante, es el objetivo central que el Uruguay termine con una universidad pública de educación. En cultura te diría dos pilares fundamentales: la territorialización de la cultura, que no va a ser solo eso, va a ser educación e innovación. No vamos a volver a los Centros MEC, pero sí llevar a los pueblos más lejanos el ejercicio de derechos, de ida y de vuelta. Cultura, educación e innovación. Y por otro lado, lo que se define las industrias culturales: no se trata de inventar la rueda. Significa cosas que empezamos en gestiones del Frente Amplio, que, de alguna manera, en algunos casos, como las industrias culturales, sobre todo el cine, siguió en la istración pasada, y queremos dar un impulso grande.

El gobierno anterior encaró una reforma educativa a la que llamó Transformación Educativa, con un marco curricular común y aprendizaje por competencias. ¿Cuál es tu mirada de la reforma? ¿Estás afín a frenarla o a rever algún aspecto?

Bueno, fue mucho más una operación de marketing la denominada “transformación educativa”. Algunas cosas ya se venían haciendo, como, por ejemplo, aprendizaje por competencias, durante la istración del Frente. Se venía haciendo en algunas áreas, particularmente en educación inicial y algo en el mundo UTU. Me parece que se puso muy dogmática la cosa, es decir: ¿por qué tenés que decidir que vas por competencias o vas por contenidos? Tenés que tener menos dogma para llevar adelante eso, más flexibilidad.

Y después, este tiene que ser un año de revisión y cambiar aquellas cosas que tengas que cambiar y continuar sin preconceptos, sin sentido de culpa hacia ningún lado, lo que haya que continuar. Obviamente es competencia de ANEP, pero eso es lo que yo pienso.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

El profesor Gabriel Quirici, director nacional de Educación, me dijo para este espacio que la reforma educativa que implementó la istración pasada fue “una oportunidad perdida”, y agregó: “La reforma educativa es un retroceso en la historia batllista, laica y plural”. Hoy Quirici es tu subordinado, por eso me interesa tu opinión de la reforma como ministro.

No voy a comentar la frase exacta, te digo mis conceptos: creo que la oportunidad perdida está desde el lado que si el 97% de las asambleas técnico-docentes (ATD) se opusieron significa que le erraste en los procedimientos, porque quienes están al frente de las aulas se sienten ajenos o están en contra. La forma hace a las posibilidades de éxito. Sin los docentes es imposible llevar adelante un cambio educativo. Yo te diría más: hoy el Frente Amplio es el batllismo del siglo XXI. Y lo pienso en estos términos: el batllismo era el que marcaba la agenda del siglo XX, del comienzo del siglo XX, y la oposición se oponía a la agenda política y programática e ideológica del batllismo. El FA lo hizo sobre todo en dos de sus tres gestiones y lo dejó la cancha, en materia programática del Frente.

“Hoy el Frente Amplio es el batllismo del siglo XXI. El batllismo era el que marcaba la agenda del comienzo del siglo XX, y la oposición se oponía a la agenda política y programática e ideológica del batllismo. El FA lo hizo sobre todo en dos de sus tres gestiones”

Y así como el comienzo del siglo XX fue muy “batllizante”, el comienzo del siglo XXI fue “frenteamplizante” para la sociedad en su conjunto, porque las referencias son esas. Incluso a mí me llamaba la atención cuando ellos estaban en el gobierno y permanentemente hacían referencia al FA y no a su propia gestión. Hicimos la agenda del siglo XXI con la reforma tributaria, con el Fonasa, con legalización de la marihuana, con el matrimonio igualitario, con todo el capítulo de la agenda de derechos, y muchas cosas más, la marcó el Frente Amplio. Hoy hay elecciones en municipios por una iniciativa política del FA.

¿Por qué te parece fundamental que haya una Universidad de la Educación?

Porque creo que le va a dar prestigio y mejor formación a los docentes del país. Uno de los problemas que tenemos es la necesaria actualización y mejor formación de los docentes para obtener mejores resultados educativos. No es el problema, pero yo creo que eso ayudaría mucho, y es el camino académicamente sostenible. Lo otro eran atajos.

Está claro que la (inteligencia artificial) IA es todo un desafío al que hay que acoplarse, adaptarse a ella. Tú te reuniste con representantes de Google, y el Plan Ceibal trabaja en distintas propuestas, en este sentido. ¿Cuál es tu postura y cuáles son esos planes para no quedar rezagados?

En primer lugar, oponerse a eso es como tapar el sol con un dedo. Llegó para quedarse; nos guste o no nos guste, hay que atravesar por esto. En un año ha cambiado en forma mucho más vertiginosa el mundo del conocimiento que en 50 años, y Uruguay tiene una herramienta poderosísima desarrollada a partir del gobierno de Frente Amplio, que es el Plan Ceibal. Estamos en conversaciones con Google y con otros actores para intentar llegar a acuerdos para desarrollar, desde el Estado, las oportunidades que te genera el desafío de la IA. Hoy no te puedo adelantar en qué consiste, pero ayer estuve reunido en el directorio del Plan Ceibal y estuve hablando de esto junto con Pablo Caggiani [presidente de ANEP], Fiorella Haim [presidenta del Plan Ceibal] y Ana Hernández [gerenta de Operaciones del Plan Ceibal], y también Martín Vallcorba [viceministro de Economía] sobre estos asuntos. Por suerte Uruguay desarrolló una institucionalidad muy prestigiosa, que es el Plan Ceibal, que va a ser donde se va a canalizar esto.

Como profesor, ¿no te causa pavor que un alumno pueda entregarte un trabajo enteramente hecho por ChatGPT, y que esto sea difícil de comprobar?

Lo que pasa es que la IA me genera pavor en eso y en todo. A ver, por ejemplo, vos tenés que cuidarte en todo hoy. Estuve hace unos días con la gente de la cultura, por todo lo que hace a los derechos de autor. En el año 23, me reuní en Ginebra con quien preside OMPI [Organización Mundial de Propiedad Intelectual]; era un hombre de Singapur. Yo fui por todo el capítulo Spotify, no fui a eso, pero aproveché una ida por una reunión en el Parlamento y pedí que me armaran una agenda que incluyera, entre otras instituciones, a OMPI, porque acá se estaba debatiendo el tema Spotify. Y el punto con el que se habló hace dos años con este hombre, líder de OMPI, era la inteligencia artificial. Y el tipo estaba en ese tema que era clave, imaginate que en política y en ciberseguridad y todo lo demás: te imitan la voz, la imagen, todo.

Desde 1988 sos afiliado a Fenapes. Este sindicato de profesores le hizo una dura oposición a Robert Silva y a la reforma educativa del gobierno pasado. Recordemos que hasta María Julia Muñoz tuvo encontronazos con los gremios de la educación, y hubo que declarar la esencialidad. ¿Qué visión tenés de los sindicatos de la enseñanza? ¿Tienen demasiado poder?

Bueno, no. Tienen poder en función de un país que le tiene que dar garantías a las libertades sindicales. Yo creo que todos aprendimos de todo este proceso. Siento que el FA aprendió de esa época las circunstancias en que se dieron... Cuando ocuparon el Codicen y fue repelido por la Policía, y luego se decretó la esencialidad de la educación, yo no estuve de acuerdo en que se tomara esa decisión. Por múltiples razones: primero, por razones conceptuales y hasta tácticas. Multiplicó el conflicto, pero esas son las cosas que yo me arrepiento de haber vivido como parte del gobierno del FA. Ahí estaba en el Parlamento. Creo que en esta etapa estamos todos más maduros.

Lo primero que hice como ministro fue conversar con los actores educativos. Entonces, es un bolazo eso de su incidencia en la izquierda, en el Frente. Yo creo que, en algunos aspectos, fue mucho más duro el movimiento gremial de la educación con el gobierno del FA que con el último gobierno, pero, bueno, aspiro a que todos hayamos aprendido.

El expresidente Sanguinetti me ha dicho que, por oponerse a la reforma educativa, como antes a la de Germán Rama, y por la postura que han asumido los sindicatos en el pasado gobierno, la izquierda, lejos de ser progresista, ha sido conservadora en materia de educación. ¿Le asiste algo de razón?

Yo creo que Sanguinetti es una de las mejores expresiones del conservadurismo liberal colorado. Yo lo vi siempre como un riverista, con algunos toques batllistas, pero pocos. Y en ese sentido, su raíz ideológica abreva en la formación. Es de esa generación colorada que se hizo en la posguerra, en la época del macarthismo, entonces, es demócrata, es liberal, pero es muy conservador y casi todas sus referencias políticas terminan hacia el FA.

Pero él señala que los conservadores son los que se oponen a las reformas educativas de blancos y colorados…

Bueno, el Frente Amplio propuso reformas y él se opuso, y su partido se opuso. Por ejemplo, la reforma tributaria, ¿no fue una reforma progresista? Y el Partido Colorado estuvo en contra de la agenda de derechos civiles. Sanguinetti fue uno de los creadores de la coalición republicana, la coalición de derecha fue buscar aislar al FA. Entonces, todos sus comentarios terminan hacia eso: armar un bloque anti-FA.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal.

En 50 días de gobierno de Orsi, el FA tuvo dos bajas: la ya ex ministra de Vivienda, Cecilia Cairo, por no tener regularizada su vivienda en Pajas Blancas, y la vice de ANP, Alejandra Koch, por haberle votado un aumento al esposo. En la oposición reclaman que el director de OPP, Rodrigo Arim, también debería haber renunciado, por no haber pagado el Impuesto a Primaria por su vivienda sin final de obra. ¿No son muchos problemas para menos de dos meses de gobierno?

Son problemas distintos. Una es la situación de Cecilia Cairo, la de Koch es distinta, y mucho más distinta la del director de OPP. Son situaciones no esperadas y que generan problemas, pero no son problemas graves y a mí no me asusta que haya problemas; me asusta la reacción, la respuesta. Y creo que la respuesta fue adecuada, en los dos primeros casos estuvo la renuncia de las personas involucradas.

En eso parece que el Frente tomó debida nota de la impronta de Lacalle Pou, que cuando había una macana o una irregularidad, ese jerarca se iba, debía ofrecerle la renuncia. Digo, eso no pasaba eso en los gobiernos previos del FA…

Con respecto al propio Frente, sí, se cambió. No con respecto a Lacalle Pou, porque, si no, todo lo que pasó con el capítulo Bustillo y demás, eso tuvo un delay, ¿no? Dejaron sus cargos, sí, pero cuando no tuvieron más remedio. Pero digo, respecto al propio Frente sí hay un cambio, pero no como espejo de Lacalle Pou, sino que hay una capacidad de reacción más rápida y mejor que la que tuvimos con respecto a nosotros mismos.

“Con respecto al propio Frente Amplio, sí, se cambió, hay una reacción más rápida ante alguna macana o irregularidad de algún jerarca, pero no como espejo de Lacalle Pou, sino en comparación con nosotros mismos”

¿Con qué objetivo te sentirías cumplido y realizado al dejar tu ministerio dentro de cinco años?

Con un desarrollo de la cultura mayor, mayor a bienes culturales, mayores posibilidades de generar cultura y desarrollo cultural y de las artes, como primer objetivo. Y el segundo, la Universidad de Educación. No te digo más de educación porque le compete más a la ANEP que al ministerio, pero si la primera infancia tiene mejor respuesta de la educación, del Estado y de la sociedad, habremos cumplido.

¿Tenés algo por regularizar o deudas con el Estado que deberían saberse?

No, debo algunos peajes, creo, pero no pasa de eso.

¿Ser intendente de Canelones es un sueño pospuesto para más adelante?

No, fue una etapa cumplida. Cuando fuimos candidatos ayudamos a que el Frente ganara mejor y no, no lo es.

¿Sos feliz?

Soy muy feliz, y me siento un privilegiado por lo familiar, por mis amigos y por el lugar que me dio el Frente Amplio y la ciudadanía uruguaya. Lo siento así, lo vivo así. Cada vez que entro acá o cuando el otro día estuve en el Consejo de Ministros, en el piso 11, intenté nunca perder la perspectiva de darme cuenta de que aquel joven o niño que fue a la educación pública y estuvo en la escuela Artigas y el liceo Manuel Rosé, luego fue electo siete veces diputado, fue senador, presidente de la Cámara de Diputados y ministro. Por eso me gusta mucho luchar por la igualdad de oportunidades: porque yo las tuve.

Por César Bianchi