El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue diagnosticado este lunes con laberintitis, una afección del oído interno que provoca vértigo, tras experimentar un episodio de inestabilidad que lo obligó a cancelar parte de su agenda oficial y guardar reposo en la residencia presidencial.
Según un boletín médico del Hospital Sirio-Libanés de Brasilia, donde fue sometido a exámenes, el mandatario de 79 años presentó un “cuadro de vértigo, con diagnóstico de laberintitis”, aunque las pruebas de imagen y análisis de sangre se encontraron “dentro de la normalidad”.
Este nuevo incidente médico se suma a una larga serie de problemas de salud que ha enfrentado Lula en los últimos años, generando creciente preocupación sobre su capacidad física para mantenerse en funciones y, especialmente, para eventualmente postularse a un nuevo mandato en 2026, posibilidad que aún no ha descartado.
Antecedentes recientes 594u2v
En diciembre de 2024, el jefe de Estado fue hospitalizado de urgencia en São Paulo por una hemorragia intracraneal, consecuencia de una caída sufrida semanas antes, que obligó a drenar un hematoma en la región occipital. Ya en 2023 había pasado por una operación de reemplazo de cadera y, en 2011, fue tratado exitosamente por un cáncer de laringe.
Pese a sus dolencias, Lula había retomado en 2025 una agenda intensa de viajes y reuniones internacionales, que incluyó visitas oficiales a China, Rusia, Japón y Vietnam, en un esfuerzo por reposicionar a Brasil como actor central en el escenario geopolítico global.
Sin embargo, los episodios de salud más recientes vuelven a colocar bajo escrutinio su resistencia física para sostener el ritmo presidencial, en un contexto en el que también su popularidad se ha erosionado debido a la inflación persistente y tensiones internas en su coalición de gobierno.
Lula vs. Bolsonaro: dos liderazgos bajo tensión médica 3f2a6p
El estado de salud del mandatario se produce en paralelo a las complicaciones médicas de su principal rival político, Jair Bolsonaro, quien se recupera de una compleja cirugía abdominal en abril, derivada de la puñalada que sufrió durante la campaña de 2018. A pesar de estar inhabilitado políticamente y enfrentar un juicio por golpismo, el expresidente insiste en que será candidato en 2026.
Ambos líderes, que representan proyectos antagónicos y polarizantes para Brasil, atraviesan sus años más intensos bajo condiciones físicas frágiles, lo que abre interrogantes sobre el futuro del liderazgo político en el país, a medida que se aproximan los debates sobre las próximas elecciones presidenciales.
Por ahora, el equipo médico de Lula recomienda reposo absoluto y seguimiento ambulatorio, mientras en los círculos gubernamentales y partidarios crece la necesidad de evaluar escenarios de recambio o renovación dentro del oficialismo, ante una posible imposibilidad de sostener la candidatura del actual jefe de Estado.
En base a AFP